A Sancho lo instalan en el mismo lujoso aposento en que alojan a don Quijote, en una “carriola”, algo así como una cama nido. No le hace gracia, bien sabe que su amo no le va a dejar pegar ojo, sin dejar de darle a la lengua. Y él está para pocas palabras, doliéndole todavía, como todavía le duelen, cachetes, pellizcos y pinchazos. En una choza, él solo, qué a gusto se sentiría.
Sus temores se cumplen. Apenas entra en el lecho, le pregunta su opinión acerca del suceso de esa misma noche. Don Quijote está maravillado de la poderosa fuerza del “desdén desamorado” que mató a Altisidora, sin espada ni venenos.
Responde Sancho, malhumorado. Lo que es por él, ya podría haberse muerto y él en su casita tan ricamente. Ni la quiso ni la dejó de querer. ¿Qué tendrá que ver la salud de esa antojadiza doncella con sus martirios? Le libre Dios de encantamientos y su merced le deje dormir.
"Con todo esto , suplico a vuestra merced me deje dormir y no me pregunte más, si no quiere que me arroje por una ventana abajo."
“Duerme, Sancho amigo”, duerme si el acribillamiento sufrido te lo permite.
A Sancho lo que más le duele es la afrenta de unos guantazos femeninos, dueñiles. Y avinagrados. Insiste en dormir, tanto alivia el sueño…
"torno a suplicar a vuesa merced me deje dormir, porque el sueño es alivio de las miserias de los que las tienen despiertos."
Con Dios se duermen los dos y se cuela Cide Hamete a dar cuenta de algún detalle, cuya ausencia hace cojear esta historia.
El morisco narrador nos cuenta lo que movió a los duques a preparar la representación que hemos presenciado, con fúnebre túmulo, jueces mitológicos y doncella resucitada.
Al parecer, cuando Sansón Carrasco, como Caballero de los Espejos, es vencido, quiere intentarlo de nuevo.
"Cide Hamete, autor desta grande historia... dice que no habiéndosele olvidado al bachiller Sansón Carrasco cuando el Caballero de los Espejos fue vencido y derribado por don Quijote... quiso volver a probar la mano" Cuadro de Ana Queral.
Se informa, a través del paje que lleva la carta a Teresa Panza, del paradero de don Quijote. Se prepara con nuevas armas y caballo. Ahora pone en el escudo una blanca luna y va acompañado, no del conocidísimo Tomé Cecial, sino de un labrador desconocido.
Llega al castillo del duque después de la partida de don Quijote. Es informado de lo del desencanto de Dulcinea, a costa de las posaderas sanchiles. También sabe de las mentiras de Sancho, las cuales dan a entender, a su amo, que Dulcinea ha sido metamorfoseada en labradora. Y conoce la mentira, la peor intencionada, la que remata las anteriores: la de la duquesa a Sancho, asegurándole que la del Toboso está encantada y bien encantada.
" cómo la duquesa su mujer había dado a entender a Sancho que él era el que se engañaba, porque verdaderamente estaba encantada Dulcinea..." Cuadro de Ana Queral.
El bachiller, divertido y admirado, ante un amo tan loco y un criado tan agudo como simple.
El duque no quiere perder ripio y le pide que no deje de informarle si lo encuentra, lo venza o no. Sale a buscarle, no lo localiza en Zaragoza: mas ya conocemos lo que pasó en Barcelona. Vuelve al castillo y se lo cuenta, junto con las condiciones de la batalla. Y expresa al duque su intención de curarle de su locura. Un añito en la aldea y como nuevo, allí lo espera. Así que se despide y se va a su lugar.
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El duque no quiere perder la oportunidad de preparar otra burla, de esas que tanto le gustan. Da órdenes de tomar los caminos y traer a don Quijote, por las buenas o por las malas.
"haciendo tomar los caminos cerca y lejos del castillo, por todas las partes que imaginó que podría volver don Quijote..."
Lo hallan y avisan a su señor, el cual manda preparar el túmulo de Isidora, tal y como lo vimos en el capítulo anterior.
Al llegar aquí, Cide Hamete nos da su punto de vista personal, algo que no suele estar permitido en el mundo de los subnarradores. Para sí tiene el morisco que burladores y burlados participan de la misma locura. Y, en lo tocante al gremio de los tontos, no lo son menos los duques, puesto que ponen tanto empeño en burlarse de dos tontos.
Amanece para todos y para los “dos tontos”, aunque uno duerme a pierna suelta y el otro vela. Don Quijote va a levantarse con presteza, fuera las “ociosas plumas”. Pero ha de refugiarse tras las sábanas y las colchas, ante la invasión de la desvergonzada resucitada Altisidora, en su íntimo aposento.
"Altisidora...entró en el aposento de don Quijote, con cuya presencia turbado y confuso se encogió y cubrió casi todo con las sábanas y colchas de la cama..."
Guirnalda, cabellos sueltos, corta túnica blanca, flores de oro, bastón de ébano. Un lujoso disfraz para una efímera actriz.
El confuso y mudo caballero no acierta a hacer cortesía alguna. Altisidora se sienta junto a la cabecera, suspira y pronuncia un melifluo discurso de censura a las recatadas doncellas que publican los secretos de su corazón. Se confiesa como una de ellas, enamorada pero honesta, tanto que reventó su alma de tanto callar y perdió la vida. Tan riguroso y duro ha sido don Quijote de la Mancha con ella. Más “duro que mármol” a sus quejas, como aquella Galatea lo fue con Salicio, el de la égloga. Si no fuera por los martirios del buen escudero, muerta estaría…
(Sigue)
Un abrazo de María Ángeles Merino
Copiado de "La arañita campeña", de la entrada con el mismo título.
http://aranitacampena.blogspot.com.es/2010/10/explicacion-de-cide-hamete-y-destape-de.html