Segunda parte del comentario al capítulo 2,64 del Quijote, publicado en "La acequia", en la entrada titulada "El final de la aventura", correspondiente al día 26 de agosto de 2010.
Don Quijote sale de mañana, “con la fresca”, a pasear por la playa, con toda la chatarrería encima y el romancero a cuestas. Porque sus arreos son las armas, su descanso el pelear…
"Y una mañana, saliendo don Quijote a pasearse por la playa armado de todas sus armas"
Ve venir un caballero, tan armado como él. Lleva, en el escudo una luna resplandeciente. En alta voz, se dirige al “insigne caballero y jamás como se debe alabado don Quijote de la Mancha”. Sólo un caballero andante habla así, desde que estuvo con aquel de los Espejos no había topado con ninguno.
"vio venir hacia él un caballero... que en el escudo traía pintada una luna resplandeciente..."
Se presenta como “Caballero de la Blanca Luna” y le reta a pelear y probar la fuerza de su brazo. Y le pide que confiese que una desconocida dama de ese desconocido caballero es más hermosa que su Dulcinea del Toboso. ¡Qué atrevimiento!
"Vengo a contender contigo y a probar la fuerza de tus brazos"
Si confiesa tal barbaridad, salvará la vida y evitará trabajo a su matador. ¿Pero qué dice este majadero?
Que si don Quijote se decide a pelear y es vencido, habrá de retirarse a su lugar, durante un año, sin echar mano a la espada, porque así conviene a su hacienda y su alma. ¿Quién se cree que es para darle consejos? ¡Un año con los pantuflos puestos!
Que si don Quijote vence, queda a su disposición cabeza, armas, caballo y fama. Ha de elegir y responder, antes de acabar el día.
Don Quijote atónito, responde con serenidad y firmeza. Se dirige al de la Blanca Luna, cuyas hazañas desconoce, para replicarle. Jamás ha visto a Dulcinea, si la hubiera visto, no se arriesgaría, su vista se lo hubiera dejado claro: no la hay más bella. ¡Ay, don Quijote, si vuestra merced tampoco la ha visto!…De acuerdo, me callo.
Esta es la Dulcinea de la Plaza de España, en Madrid.
"...yo osaré jurar que jamás habéis visto a la ilustre Dulcinea"
Acepta el desafío con todas las condiciones, excepto lo del traspaso de la fama del vencido al vencedor. Don Quijote tiene bastante con la suya y no le interesa la que haya podido adquirir ese perfecto desconocido.
Vaya tomando la parte del campo que quiera y adelante.
Desde la ciudad descubren al de la Blanca Luna hablando con el de la Mancha y se lo cuentan al virrey, el cual piensa que es una aventura nueva, de de esas fabricadas por don Antonio. Con éste y otros muchos, sale a la playa y llega a tiempo de ver a don Quijote volver las riendas.
Ve el virrey la inminencia del encuentro, se pone en medio y les pregunta la causa de tan improvisada batalla. El de la luna le responde que es “precedencia de hermosura” y le explica el caso y las condiciones pactadas.
Pregunta el virrey a don Antonio si sabe quién es el contendiente y si hay alguna burla por medio. Se queda perplejo: ni le conoce ni sabe nada de ese desafío. Duda en dejar pasar adelante la batalla, pero se persuade a sí mismo que no puede ser otra cosa distinta a burlas. Da su licencia: “a la mano de Dios, y dense”. Tanto el de la luna como el de la Mancha se lo agradecen cortés y discretamente, cómo no.
Don Quijote se encomienda al cielo y a su Dulcinea. Sin que haya nadie que les dé señal de arremeter, van al encuentro el uno del otro. El de la Blanca Luna es más ligero y alcanza pronto a don Quijote. Le embiste con tal fuerza que da con Rocinante y le tira al suelo, aunque lleva la lanza levantada y no quiere herirlo.
"el de la Blanca Luna, llegó a don Quijote a dos tercios andados de la carrera , y allí le encontró con tan poderosa fuerza, sin tocarle con la lanza."
Le pone la lanza sobre la visera y don Quijote ha de cumplir las condiciones del desafío. Molido, aturdido, sin alzarse la visera, habla como “dentro de una tumba”.
Y nuestro héroe proclama que “Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo”. Y él, “el más desdichado caballero de la tierra”. Pide a su rival que le quite la vida puesto que le ha quitado la honra; mas el de la Luna no hará eso sino que dará vivas a la fama de la hermosa. Se contenta con que don Quijote se retire a su lugar un año o lo que le mandase.
Esta es la ropa de estar por casa de don Quijote, la que ha de ponerse pronto porque "solo me contento con que el gran don Quijote se retire a su lugar un año"
Todos los presentes oyen como don Quijote responde que cumplirá como caballero, sin perjudicar a Dulcinea.¡Viva don Quijote!
El de la Blanca Luna vuelve las riendas, saluda con la cabeza al virrey y entra en la ciudad. Manda éste que vayan tras él y se enteren de su identidad.
Levantan a don Quijote, descolorido y sudoroso. Rocinante, malparado, no se puede mover.
Sancho, triste, no sabe qué decir ni hacer. Le parece que está viviendo en sueños toda esa representación. Su señor obligado a no tomar armas y sus promesas deshechas como humo. Vuelve a la realidad y, ahora, lo que teme es si quedará lisiado Rocinante y dislocado su amo. Bueno, no será mala cosa si le "deslocan" y le quitan la locura.
Llevan a don Quijote a la ciudad, en una silla de manos, por orden del virrey; el cual se queda con gran deseo de saber quién es el que ha dejado así a don Quijote.
Un abrazo para todos de María Ángeles Merino.
Copiado de "La arañita campeña", de la entrada con el mismo título.
http://aranitacampena.blogspot.com.es/2010/08/dulcinea-del-toboso-es-la-mas-hermosa.HTML